Nuestros compañeros del Movimiento Cívico contra la línea Sama-Velilla nos han enviado el siguiente artículo de opinión de Emilio Rodríguez Tagarro, vocal técnico de su movimiento, que ha aparecido publicado hoy en la Tribuna del
Diario de León y que hemos querido reproducir, parafraseando su título en el de este post, al observar que su análisis, impecable, es perfectamente aplicable a nuestro caso. Coincide además plenamente con las opiniones surgidas en los debates de las últimas charlas informativas con Enric Duran.
Els nostres companys del Moviment Cívic contra la línia Sama-Velilla ens han enviat el següent article d'opinió d'Emilio Rodríguez Tagarro, vocal tècnic del seu moviment, que ha aparegut publicat avui a la Tribuna del Diario de León
i que hem volgut reproduir, replicant el seu títol en el d'aquest post, a l'observar que la seva anàlisi, impecable, és perfectament aplicable al nostre cas. Coincideix a més plenament amb les opinions sorgides en els debats de les últimes xerrades informatives amb Enric Duran.
La Sama-Velilla y la quiebra económica del Estado
03/05/2010 / Tribuna / Diario de León
Emilio Rodríguez Tagarro
Desde el Movimiento Cívico contra el Proyecto de Línea de Alta Tensión Sama-Velilla en León, hemos venido advirtiendo -a la par que exigiendo fundamentadamente la retirada inmediata, incondicional y definitiva del mismo-, de las desastrosas consecuencias ambientales, sociales y económicas de este desatinado proyecto destructor, dilapidador de recursos públicos y radicalmente innecesario para León, y para España. Forma parte esta megalínea del mayor disparate económico, industrial y de infraestructura que imaginarse pueda: El tinglado gasístico Musel (almacenamientos-regasificadora-ciclos combinados-líneas de alta tensión) que los pacopoceros de las Eléctricas han puesto en marcha en Asturias-León-Palencia con la connivencia de políticos de paja.
Un tinglado en el que durante la comilona de su construcción buitrearán todos hasta hartarse. Un tinglado absolutamente inútil y esquilmador de fondos públicos, es decir, del dinero de todos. Un tinglado desestructurador y arruinador de la Economía del Estado. Un tinglado que transgrede frontalmente protocolos, directrices, normativas, y legalidades de desarrollo sostenible, medioambientales y de calidad de vida. Un tinglado creador de paro y de pobreza. Y por si esto no fuera ya aterrador, un tinglado que forma parte a su vez de otro aun más descomunal que hará palidecer a la burbuja del ladrillo: el tinglado del las Eléctricas. A saber: parques eólicos sin control en cada montaña del país y huertos solares fraudulentos también primados con fondos públicos; más pantanos allí donde aún quede un río sin destrozar; un «mallado» de alta tensión por doquier -¿les suena el palabro?- y ya, sin careta, grupos nucleares de a dos mil megavatios. Una orgía, eléctrica ya en marcha.
Una burbuja, que ha estallado ya. Señores, ¡tenemos el Estado en quiebra! Décadas de una política económica megalómana de dilapidación de fondos europeos y propios en infraestructuras faraónicas inútiles y destructoras, nos han abocado a la ruina, al paro y a la pobreza. Es por ello más crítico que nunca obligar a los pacopoceros de las eléctricas y exigir al Gobierno de España y al Gobiernín de Pucela la retirada inmediata, incondicional y definitiva del proyecto de línea de alta tensión Sama-Velilla: La yugular por la que el tinglado gasístico del señor Areces alimenta al monstruo del que forma parte. Es preciso cortarla sin demora por el bien del país.
-¿Pero tan sombrío es el análisis de la situación que ustedes presentan?
-Pues señores, es posible que no sea tan sombrío, sino más. Vean: somos el hazmerreir de Europa. Porque saben que estamos lastrando y debilitando el euro con nuestra economía en quiebra. Porque saben que somos un pasivo insoportable para la economía de la Unión. Porque saben que somos un país corrupto hasta la náusea. Porque saben que en la orgía del ladrillo se ha blanqueado el dinero negro criminal de medio mundo. Por eso nos han concedido el honor de liderar el grupo de «los cerdos», «Los Pigs», en acrónimo inglés. Así nos conocen: Portugal, Irlanda, Grecia y Spain (España en inglés). Sí, en Europa somos un «país cerdo». Apelativo que nos hemos ganado a pulso. Y aviso a navegantes: la opinión mayoritaria en los países serios del Eurogrupo es de que nos expulsen de la Unión. Que nos coloquen a los «Pigs» en un grupo de extracomunitarios de segunda velocidad hasta que tras un periodo de meritoriaje aprobemos la homologación europea. Aunque todo el mundo sabe que la burra española nunca llegará, ni de lejos, a dar alcance al bien dotado caballo alemán. Adiós Unión, adiós. Y qué duda cabe que si tal hipótesis se cumpliera y tuviéramos que retomar la pela, con un sueldo medio, un hispánico no pagaría ni el menú del día en Alemania. Qué lejos quedan los tiempos en los que políticos papanatas con cerebro de ladrillo, alma de cemento y maquillados con asfalto, pregonaban por el mundo que superábamos a Alemania en crecimiento («previsión de estancamiento hasta 2016») y creación de empleo. ¡Qué vergüenza!
-Pero, entonces, ¿por qué el Gobierno no toma medidas drásticas y frena en seco la sangría eléctrica que se está montando?
-Pues señores, porque ni el presidente ni los ministros mandan en los ministerios: en el Ministerio de Sanidad, mandan las multinacionales farmacéuticas (recuerden, sólo como un ejemplo, el despilfarro de cientos de millones de euros para comprar a las tales multinacionales millones de antivirales y vacunas -que por innecesarias no se han utilizado-, para una «letal gripe del cerdo» -¡qué curiosa coincidencia!- o «gripe A» aun a sabiendas de que era la más benigna); en el Ministerio de Fomento, mandan las constructoras (las de los pantanos, trasvases, aves y autopistas); y en el Ministerio de Industria (sí el de nuestro buen amigo Sebastián que no nos recibe), mandan las Eléctricas (las que quieren destruir la montaña de León con la línea de alta tensión Sama-Velilla).
El Estado español se ha quedado inerme ante los sátrapas de las burbujas financieras, ladrilleras, eléctricas, de las infraestructuras y etc. El Estado español ya solo ejerce de recaudador de impuestos, y repartidor de los mismos a estos golfos en cada ejercicio anual de los Presupuestos. El Estado español liquidó su patrimonio -el sector público- en un proceso de privatización salvaje inédito en Europa; ejercido con entusiasmo por los gobiernos de derecha y con medroso y servil seguidismo por los de «izquierda». Un sector público que eficazmente gestionado hubiera servido de locomotora de tracción para «salir del la crisis». El Gobierno español, a las órdenes de sus amos, escatimará la mísera pensión a un viuda pero inyectará fondos sin límite a los bancos, a la industria del automóvil o a la producción primada de las eléctricas (¿recuerdan el saqueo de éstas por «el paso a la competencia» sin pasar?) pasándose (v. l. r.), por el arco del triunfo sus sacrosantas leyes del libre mercado y la no intervención. El Gobierno de España no gobierna, le gobiernan. Y así nos va. Que después de años de saqueo de las arcas públicas por los de siempre, estamos en quiebra y doblando la tasa de paro de la Unión y de medio mundo.
Señor Zapatero, presidente del Gobierno de España; señor Herrera, presidente de la Comunidad: Échenle ustedes lo que hay que echar, y rectifiquen. Lo tienen formalmente fácil: sólo tienen que hacer caso de los informes de sus propios gabinetes técnicos y cumplir la Ley. Nosotros, desde el Movimiento Cívico contra la Línea de Alta Tensión Sama-Velilla estamos dispuestos a echarles una mano para sacudirse el yugo de los fenicios. Si nos ayudan, lo lograremos. Es su obligación económica y social. Y como la vaca es demasiado grande para comerla de una sentada, comámosla a trozos: comencemos por liquidar este crimen económico y medioambiental que es la Sama-Velilla. No hay tiempo que perder, o al colapso económico se unirán el colapso medioambiental y el colapso social. No consientan ser los firmantes del acta de defunción del la Montaña Leonesa, de la provincia de León y del país entero. Y es que, además, los leoneses, no se lo vamos a permitir.
P.D.: Ante tal desmadre, el Ministro de Fomento Sr. Blanco confesó hace unos días: «Es que no se pueden llevar un tren de alta velocidad y una autopista hasta cada casa.» Nosotros completamos su sentencia: «Ni una línea de alta tensión hasta cada pueblo».