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miércoles, 3 de marzo de 2010

Crónica de una visita a la sede de REESA en Madrid. En la guarida del enemigo.

Tomamos del blog de nuestros compañeros de La Terreta el siguiente artículo de una amiga que visitó recientemente la sede de Red Eléctrica de España en Madrid. Una curiosa crónica que os invitamos a leer con detenimiento.

Prenem del blog dels nostres companys de La Terreta el següent article d'una amiga que va visitar recentment la seu de Red Eléctrica de Espanya a Madrid. Una curiosa crònica que us convidem a llegir amb deteniment.
Hace unos meses me llevaron de visita junto al resto de mis compañeros de trabajo a Red Eléctrica Española. La visita nos sorprendió a todos en un primer momento, no es un lugar habitual para ir de excursión, pero la verdad es que en seguida nos dimos cuenta de que la cosa prometía. En la puerta nos recibió el director de comunicación, que nos llevó hasta un lugar realmente impresionante. Llegamos hasta una salita de reuniones con unas cristaleras enormes que daban a una sala con una pantalla más enorme todavía en la que se podían observar cientos de líneas, de números y de símbolos. Debajo de la pantalla había una mesa llena de ordenadores con varios trabajadores que vigilaban cada número y cada gráfica. Era como estar en una sala de la NASA, de esas que salen en las películas observando la trayectoria de las naves espaciales.
Resultaba ser la imagen de la pantalla la representación de toda la red eléctrica española y los números marcaban en tiempo real la energía que se estaba produciendo en cada central y la que se estaba enviando a todos los lugares del país.
Nos empezaron contando lo complicado del trabajo, lo complicado de conocer a qué punto exacto y cuánta energía tienes que mandar en cada instante de tiempo para que cuando cualquier español dé al interruptor de la cocina de su casa se encienda la luz. Por lo visto esta empresa es de hecho pionera en el mundo en contar con un sistema que lleve este control y sea precisamente capaz de esto.
La conversación con el director de comunicación enseguida derivó hacia la competitividad española en este campo, a nuestro puesto de líderes mundiales en la producción eólica y a ganar competitividad en el contexto europeo aumentando nuestras interconexiones con otros países, Portugal, Marruecos y Francia.
Mis ojos se fueron enseguida a una parte concreta de la enorme pantalla, que representaba el mapa de España. Se fueron a la parte del noreste del país, concretamente a la parte pirenaica, porque Ángel me había contado justo unos días antes que iban a duplicar la potencia eléctrica de unos cables de alta tensión que pasan por su pueblo [Torogó], muy cerca de su casa.
Lo que contaban, cuadraba perfectamente con el caso del pueblo de Ángel, que cerquita de Francia, se convertía en uno de esos lugares de interconexión necesaria para aumentar nuestra competitividad. Nuestra competitividad y liderazgo en el mercado energético, comentaban, y yo pensaba para empezar, que sería la competitividad y liderazgo en todo caso de esta empresa (en gran parte de capital privado) y no la de todos y todas las que estábamos allí.
El discurso estaba tan elaborado y bien contado que era difícil no dejarse llevar, y costaba pararse a pensar en las repercusiones de todo lo que nos estaban contando. Como creo que a todos los que estábamos allí nos pagan precisamente para eso, para trabajar sobre las repercusiones negativas de muchas cosas, conseguí parar y ponerme a pensar y me empecé a dar cuenta de que en ningún momento se hablaba allí de repercusiones negativas de este modelo, ni de cómo afecta a pueblos y a sus habitantes, o a espacios naturales, estén o no protegidos, o a las aves o a los paisajes o simplemente de la posibilidad de que otro modelo de distribución energética fuera posible. Este era el caso por ejemplo de la energía solar fotovoltaica, que al no mandar datos en tiempo real sobre su producción hace muy complicado su seguimiento y su integración en este modelo de distribución, que parece ser el único posible. Es decir que, por poner un ejemplo, es mejor tener un megahuerto solar en mitad de Jaén que una plaquita solar en el tejado de tu casa que te dé la energía eléctrica que necesites durante algunos meses, porque en el primer caso es más fácil controlar lo que se produce y es mucho más complicado si tienes un montón de placas solares individuales diseminadas por el territorio. Con este modelo, por poner otro ejemplo, no resultaba viable, nos contaron, un escenario 100% renovable en nuestro país. Estaba claro, continuaban, que si quieres poder mandar en cada instante la energía necesaria allá donde se necesite tienes que saber exactamente lo que se está produciendo y lo que se está demandando y tienes que tener además un mix de fuentes de energía que te aseguren esa producción.
El pueblo de Ángel perderá calidad de vida, incluso habrá personas que tengan que cambiarse de casa, si pueden, y vean directamente afectada su salud por los nuevos cables de alta tensión. El paisaje perderá gran parte de su belleza y los espacios naturales de la zona, muchos de ellos protegidos, verán afectadas sus poblaciones de aves y con ello la de otros muchos animales. Pero este modelo no sabe de localidades, de pueblos o de personas, ni de aves. Sólo sabe, por lo que me contaron, de sistemas centralizados, de competitividad, de liderazgo y de mercado europeo.

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